domingo, 29 de agosto de 2010

La historia, ¿para qué?

La historia, ¿para qué?

Parece que nos acercamos a tener una «cultura planetaria

», pues hay una tendencia a la convergencia de otras formas
de cultura. Esa cultura planetaria nacida en el Mediterráneo,
empezó a expandirse desde el siglo XVI con influencia
en todas partes donde había una cierta cultura en
formación aunque fuera muy en sus inicios, cerrada, y esto
fue posible por los adelantos en la técnica de la comunicación.
Aunque es difícil en una esfera encontrar un «centro»,
se consideró que fue Roma el centro, primero con la romanización
y, desde el siglo XVI en que ocurrieron el descubrimiento
de América y la circunnavegación del planeta, se

vio la progresiva influencia del centro de irradiación.
El Concepto de Ideología», en donde toca varios

de esos puntos, por lo que basándome en él, elaboré
estas notas. La marcha hacia una cultura universal no ha
sido por «consenso» entre iguales sino una manifestación
de dominio con mayor o menor violencia. En la historia de
los pueblos ha habido siempre el predominio de una cultura
general, acompañada de destrucción o sometimiento
sobre las otras formas de manifestarse, y se ha impuesto la
enajenación o la servidumbre, en África, Asia o América
Latina sin que haya influencia recíproca; y los nacionalismos
culturales han ido desapareciendo o quedando reducidos
a mero folklorismo. Pero la especie humana necesita
del conocimiento para lograr lo que, en otros ámbitos, se
obtiene por instinto: una orientación permanente y segura
de sus acciones.
Esto podría contrariar a un historiador, puesto que, a primera
vista, éstos no se distinguen de los entomólogos u
otros científicos que saben mucho de abejas y otros bichos,
pero hay que aceptar que la historia cumple una función: la
de comprender el presente, y debe admitirse que los pueblos
primitivos se rigen por un pensamiento mítico que, a
veces, tiene un origen genético.

Por ello inventa leyendas
–algunas de ellas muy bellas–, para explicar el nacimiento
de instituciones que explican los interrogantes que los incitan
ña hurgar en el pasado.

 Es el Sentido de la Historia.
No hay acción humana que no esté relacionada con un
todo; los historiadores parten de esos lazos comunitarios
que, si nos damos cuenta, tienen ciertas reglas y propósito
entre los cuales están el de establecer coherencia entre individuos

que tienen otros rasgos comunes, y dar conciencia
de la propia identidad. La historia, sea la nacional, la regional
o la de la medicina, cumple con una doble función social:
por una parte aumenta la cohesión interior del grupo y,
por otra parte refuerza la lucha frente a grupos extranjeros.

 
Claro está que hay también estudios «anti-oficiales» que

ponen en cuestión las versiones históricas en uso y tienden a
desacreditar las ideologías vigentes, a cambiar las reglas de
convivencia, porque esas historias están elaboradas asimismo
por seres humanos cuya voluntad es cambiar lo que se
presenta como inmutable.

Entonces puede uno preguntarse
¿para qué la historia? A lo que puede responderse que para
dar cohesión a una comunidad humana y para permitir al
individuo asumir una actitud consciente ante ellos. Con ello
se está insinuando que la historia constituye un pensamiento
integrador a la vez que crítico, y que puede ayudar a la consolidación
de los lazos sociales o, a la inversa, convertirse en un
pensamiento de ruptura y de cambio. En la historia cada individuo
queda incorporado a la especie, en una comunidad de
entes racionales.

 Si todos los humanos cobran un nuevo sentido
al incorporarse a una comunidad podría preguntarse qué
sentido tiene la especie humana en el cosmos. A esto no puede
responder la historia (ni ninguna ciencia), pero si un acontecimiento
cósmico futuro acabara con la humanidad, …sería
para nosotros una necesidad dejar un testimonio de lo que
fuimos. Ese sería el último móvil de la historia.
 
Si se llega a una cultura

Universal, será la que resulte de la conjunción armónica
de las distintas culturas nacionales. Como en la medicina,
en que la cultura científica occidental, basada en la observación
y la experiencia está expandiéndose, en lo que ahora se
llama globalización, y que es casi el único ejemplo (tal vez
con los medios de comunicación, teléfono, radio, hasta el
internet) de lo benéfico que pueden ser la unión de varios
medios de comunicación.
En suma, la historia se ha ido conformando para que la
conozcan los miembros de una nación o de un gremio para
que sirva de vínculo entre ellos y les dé fuerza y orgullo de
pertenecer al grupo.